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Poco tiempo después de ser puestos en libertad esos tres hombres, Winston los había visto en el Café del Nogal. Recordaba con qué aterrada fascinación los había observado con el rabillo del ojo. Eran mucho más viejos que él, reliquias del mundo antiguo, casi las últimas grandes figuras que habían quedado de los primeros y heroicos días del Partido. Todavía llevaban como una aureola el brillo de su participación clandestina en las primeras luchas y en la guerra civil. Winston creyó haber oído los nombres de estos tres personajes mucho antes de saber que existía el Gran Hermano, aunque con el tiempo se le confundían en la mente las fechas y los hechos. Sin embargo, estaban ya fuera de la ley, eran enemigos intocables, se cernía sobre ellos la absoluta certeza de un próximo aniquilamiento. Cuestión de uno o dos años. Nadie que hubiera caído una vez en manos de la Policía del Pensamiento, podía escaparse para siempre. Eran cadáveres que esperaban la hora de ser enviados otra vez a la tumba.
No había nadie en ninguna de las mesas próximas a ellos. No era prudente que le vieran a uno cerca de semejantes personas. Los tres, silenciosos, bebían ginebra con clavo; una especialidad de la casa. De los tres, era Rutherford el que más había impresionado a Winston. En tiempos, Rutherford fue un famoso caricaturista cuyas brutales sátiras habían ayudado a inflamar la opinión popular antes y durante la Revolución. Incluso ahora, a largos intervalos, aparecían sus caricaturas y satíricas historietas en el Times. Eran una imitación de su antiguo estilo y ya no tenían vida ni convencían. Era volver a cocinar los antiguos temas: niños que morían de hambre, luchas callejeras, capitalistas con sombrero de copa (hasta en las barricadas seguían los capitalistas con su sombrero de copa), es decir, un esfuerzo desesperado por volver a lo de antes. Era un hombre monstruoso con una crencha de cabellos gris grasienta, bolsones en la cara y unos labios negroides muy gruesos. De joven debió de ser muy fuerte; ahora su voluminoso cuerpo se inclinaba y parecía derrumbarse en todas las direcciones. Daba la impresión de una montaña que se iba a desmoronar de un momento a otro.
他們獲釋后,溫斯頓曾在栗樹咖啡館見到過他們三個人。他還記得他當時懷著又驚又怕的心情偷偷地觀察他們。
他們比他年紀大得多,是舊世界的遺老,是建黨初期崢嶸歲月中留下來的最后一批大人物。他們身上仍舊隱隱有著地下斗爭和內戰時代的氣氛。他覺得,雖然當時對于事實和日期已經遺忘了,他很早就知道他們的名字了,甚至比知道老大哥的名字還要早幾年。但是他們也是不法分子、敵人、不可接觸者,絕對肯定要在一兩年內送命的。凡是落在思想警察手中的人,沒有一個人能逃脫這個命運。他們不過是等待送回到墳墓中去的行尸走肉而已。
沒有人坐在同他們挨著的桌邊。在這種人附近出現不是一件聰明人該做的事。他們默默地坐在那里,前面放著有丁香味的杜松子酒,那是那家咖啡館的特色。這三人中,魯瑟福的外表使溫斯頓最有深刻的印象。魯瑟福以前是有名的漫畫家,他的諷刺漫畫在革命前和革命時期曾經鼓舞過人民的熱情。即使到了現在,他的漫畫偶而還在《泰晤士報》上發表,不過只是早期風格的模仿,沒有生氣,沒有說服力,使人覺得奇怪。這些漫畫總是老調重彈——貧民窟、饑餓的兒童、巷戰、戴高禮帽的資本家——甚至在街壘中資本家也戴著高禮帽——這是一種沒有希望的努力,不停地要想退回到過去中去。他身材高大,一頭油膩膩的灰發,面孔肉松皮皺,嘴唇突出。他以前身體一定很強壯,可現在卻松松夸夸,鼓著肚子,仿佛要向四面八方散架一樣。他象一座要倒下來的大山,眼看就要在你面前崩潰。